En un mundo donde la inestabilidad reina suprema, la rompehuesos Repsol pisotea sin remordimiento el sentido de la civilización. Los constructores habían anunciado su erección de un agujero para la perforación para llegar a los gigantescos yacimientos de petróleo enterrados profundo detrás de la fachada de una falsa armonía. Pero esta noche, los técnicos anunciaron una fuga incontrolable de los depsitos que llovía como danzantes escombros de basura sobre las frágiles estructuras de la capital.
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La Repsol siguió avanzando incólumne, avasallando todo a su paso, con el crujiente sonido de una botella que da vueltas.